ME GUSTÓ ...

Yo nací en una ciudad qué no existe, durante una época qué nadie recuerda, de una sangre derramada para siempre en el barro. Ha transcurrido tanto tiempo desde entonces qué ni siquiera sé quién soy. Los nombres complicados y farragosos qué me han impuesto a lo largo de mi vida se amontonan unos sobre otros en la memoria sin orden posible; y cuando oigo una palabra familiar a mis espaldas vuelvo inmediatamente la cabeza, por si acaso me llamaron con un título caduco y olvidado. A fuerza de cambiar de religión, los dioses que hé venerado confraternizaron entre sí, lo qué no deja de resultar paradójico en un mundo donde los hombres se matan farfullando el nombre de sus profetas: tanta muerte gratuita me volvió en varias ocasiones apóstata, infiel y conversa; pero si alguna vez dejé de practicar mis oraciones, no debes atribuirlo al descarrío o la negligencia, sino a la triste certeza de qué nunca serían oídas. Por lo demás, fui pródiga y generosa cuando me sonrió la fortuna; menos pródiga, pero igualmente generosa, en los años de privación. Evité que me dominaran el vino, el juego o las delicias de la carne, pero tampoco desdeñé su disfrute: hubiera sido un desprecio al propio Dios, qué ante mis sentidos ponía aquellos placeres. Creo, en definitiva, haber cumplido con todos los preceptos qué el Señor de las criaturas exige a los seres humanos, si es qué éstos, por naturaleza débiles y atolondrados, han de comportarse como tales, y no como los ángeles qué un día fuimos o seremos. Y aúnque reconozco qué, a pesar de todas las prohibiciones, he intentado escudriñar las páginas de mi destino, y frecuentado la compañía de astrólogos, magos y nigromantes, también has de saber qué cometí este pecado con el vano propósito de no desorientarme en mi propia biografía, en ese laberinto de vidas qué he vivido: madre e hija, concubina y esposa, reina y esclava... Yo qué, mírame, apenas parezco un remedo burlón de lo único qué fuí: simplemente una mujer.
Miguel Ángel Matellanes
“El libro de los Pájaros”