FINAL...
Cayó una lágrima por tu mejilla y yo, con una suave caricia, la sequé, me preguntaste por qué las cosas tienen un final, mas yo no te pude responder.
En tu rostro se dibujó una sonrisa que me llenó de tristeza e impregnó mi piel de un aroma amargo, pues ella era el vivo reflejo del angustioso e inevitable final.
Tomé tu mano y te llevé a un lugar, en el que reside la calma y los sentimientos vuelan al compás del viento. Te pedí que cerraras los ojos, que preguntaras a tú corazón lo que realmente deseabas en ese momento y escuchaste el susurrar del mar, arropando tu corazón entristecido, jamás supe la respuesta a esa pregunta, la guardaste para ti.
Mientras, yo busqué una flor, una frágil y bella flor, la resguardé en mis manos para que llegara a ti intacta, te pedí que abrieras los ojos, la belleza de esa flor te hizo estremecer, me miraste, pensativo e intentando comprender lo que yo te deseaba transmitir.
Mira esa flor, simboliza el amor, es frágil, tan solo con un pequeño soplo sus hojas se marchitan, toca esa flor, con suavidad,acariciala y sentirás el enorme placer de acariciar el verdadero amor.
¿Qué le pasó a nuestro amor, a nuestra flor? el tiempo acarició sus hojas bruscamente, con unas manos tan ásperas que dañaron su delicadeza, el viento golpeó fuertemente contra ellas y poco a poco, se fueron marchitando, cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde, dejamos marchitar esa flor, dejamos marchitar nuestro amor.
Pero a su alrededor quedaron sus semillas, semillas que hablaban de una historia, con un principio dulce y conmovedor, donde la palabra te quiero se podía respirar, sin miedo. Esas semillas son las que harán nacer un nuevo amor, puede que más intenso y duradero, pero ya sin ti, sin mi, sin nosotros dos.
No quieras negar lo evidente, sabes que el amor es efímero, volátil y frágil, se deshizo en nuestras propias manos y la impotencia de no poder hacer nada se apoderó de los dos.
Volví a tomar tu mano, pero esta vez para secar las lágrimas que humedecían mi rostro, te dije que te querría eternamente, llevé tu mano a mi corazón para calmar el dolor que poco a poco se iba instalando en él, juntos vimos como el sol le daba entrada a la noche y salieron las estrellas, juntos, cogidos de la mano, por última vez miramos maravillados las estrellas, apoyé mi cabeza sobre tu pecho y una estrella fugaz atravesó el cielo, era el final, el final de una historia llena de amor, pero a la vez de dolor, por resistirnos a que llegara ese temido final.
Lo peor fue no saber cómo llegar hasta el final del camino y quedarnos a su mitad...
Para siempre, nuestra flor, nuestro amor...
**Quiero resaltar que esta historia es ficticia, pero que alguna vez todos hemos pasado por una historia similar... el resistirnos a acabar con algo, con un final anunciado.
En tu rostro se dibujó una sonrisa que me llenó de tristeza e impregnó mi piel de un aroma amargo, pues ella era el vivo reflejo del angustioso e inevitable final.
Tomé tu mano y te llevé a un lugar, en el que reside la calma y los sentimientos vuelan al compás del viento. Te pedí que cerraras los ojos, que preguntaras a tú corazón lo que realmente deseabas en ese momento y escuchaste el susurrar del mar, arropando tu corazón entristecido, jamás supe la respuesta a esa pregunta, la guardaste para ti.
Mientras, yo busqué una flor, una frágil y bella flor, la resguardé en mis manos para que llegara a ti intacta, te pedí que abrieras los ojos, la belleza de esa flor te hizo estremecer, me miraste, pensativo e intentando comprender lo que yo te deseaba transmitir.
Mira esa flor, simboliza el amor, es frágil, tan solo con un pequeño soplo sus hojas se marchitan, toca esa flor, con suavidad,acariciala y sentirás el enorme placer de acariciar el verdadero amor.
¿Qué le pasó a nuestro amor, a nuestra flor? el tiempo acarició sus hojas bruscamente, con unas manos tan ásperas que dañaron su delicadeza, el viento golpeó fuertemente contra ellas y poco a poco, se fueron marchitando, cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde, dejamos marchitar esa flor, dejamos marchitar nuestro amor.
Pero a su alrededor quedaron sus semillas, semillas que hablaban de una historia, con un principio dulce y conmovedor, donde la palabra te quiero se podía respirar, sin miedo. Esas semillas son las que harán nacer un nuevo amor, puede que más intenso y duradero, pero ya sin ti, sin mi, sin nosotros dos.
No quieras negar lo evidente, sabes que el amor es efímero, volátil y frágil, se deshizo en nuestras propias manos y la impotencia de no poder hacer nada se apoderó de los dos.
Volví a tomar tu mano, pero esta vez para secar las lágrimas que humedecían mi rostro, te dije que te querría eternamente, llevé tu mano a mi corazón para calmar el dolor que poco a poco se iba instalando en él, juntos vimos como el sol le daba entrada a la noche y salieron las estrellas, juntos, cogidos de la mano, por última vez miramos maravillados las estrellas, apoyé mi cabeza sobre tu pecho y una estrella fugaz atravesó el cielo, era el final, el final de una historia llena de amor, pero a la vez de dolor, por resistirnos a que llegara ese temido final.
Lo peor fue no saber cómo llegar hasta el final del camino y quedarnos a su mitad...
Para siempre, nuestra flor, nuestro amor...
**Quiero resaltar que esta historia es ficticia, pero que alguna vez todos hemos pasado por una historia similar... el resistirnos a acabar con algo, con un final anunciado.
Etiquetas: FINAL
4 comentarios:
Lua me ha parecido precioso,es verdad todos pasamos por eso,tu lo has expresado tan dulcemente,que me conmueve leerte!
te mando un fuerte abrazo querida amiga!
Bienvenida y re-tornada !
Cuanto me alegro, Lúa de poder volver a pasearme por aquí.
Ufff! Por un momento... primero el título... y después la història, pero ya veo que ha resutado una falsa alarma!
"Petons" guapetona!
PD. Yo sigo con mi blog, el facebook lo tengo pero casi ni entro. No me gusta. Supongo que todo es cuestión de gustos.
;)
Todos pasamos por eso y muchos varias veces. Pero la vida a pesar de las dificultades siempre es maravillosa. Un beso guapa y feliz semana.
Pues sí, Lua, el aferrarnos a él aún a sabiendas de que ya no da para más.
Un abrazo.
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